domingo, 24 de mayo de 2015

Una expedición saca del mar 30 millones de genes desconocidos

La Tara Oceans lee el genoma del océano, con posibles aplicaciones en medicina y energía

El velero 'Tara', cedido por una diseñadora de moda francesa. 

En julio de 2010, cuando medio planeta estaba pendiente del mundial de fútbol de Sudáfrica, la bióloga española Silvia G. Acinasluchaba contra vientos huracanados, rayos y truenos a bordo de un frágil velero en ruta entre Madagascar y la sudafricana Ciudad del Cabo. Los cinco científicos en el buque de vela tenían una misión más preciada que los futbolistas de La Roja: estudiar el plancton, ese grupo de organismos generalmente microscópicos que viven en suspensión en el océano. Cuando Iniesta metió el gol de la victoria en la final frente a Holanda y el planeta gritó gol, la mitad del oxígeno que respirara cualquier persona procedía del plancton.
Acinas y sus colegas levantan hoy su propio trofeo. En un número especial de la revista Science presentan los resultados de su expedición, Tara Oceans, una odisea que dio la vuelta al mundo durante más de 900 días e implicó a 126 científicos de 35 países diferentes. La bióloga y su equipo han detectado “al menos 35.000 especies diferentes de bacterias marinas y arqueas”, este último un grupo de microorganismos de una sola célula poco conocidos pero que constituyen uno de los tres dominios en los que se clasifican los seres vivos, junto a las citadas bacterias y los eucariotas —formados por células con núcleo, como animales, plantas, hongos y protistas—.
A partir de 35.000 muestras recogidas en los océanos de todo el planeta entre 2009 y 2012, los investigadores han obtenido una base de datos con 40 millones de genes de microbios marinos, el 80% de ellos desconocidos para la ciencia. “Emprendimos esta expedición principalmente para obtener un buen conocimiento de los organismos del plancton marino, porque son fundamentales para la vida en la Tierra. Probablemente nuestra base de datos tendrá muchas aplicaciones y podría intentar imaginarme alguna, pero la verdad es que no sé para qué valdrá”, afirma con modestia el biólogo francés Eric Karsenti, director científico de Tara Oceans.
La bióloga española Silvia G. Acinas. 
Lo que han hecho los investigadores es como encontrar 40 millones de herramientas extraterrestres en otro planeta. Ahora hay que averiguar para qué sirven. Un gen procedente de una bacteria marina, por ejemplo, guarda instrucciones para crear una proteína que se ya utiliza para fabricar biocarburantes a partir de mazorcas de maíz. La patente genera decenas de millones de euros al año. Los productos lácteos sin lactosa también se producen gracias a un gen de una bacteria que vive en las aguas polares.
Dentro de la comunidad científica marina, estos genomas microbianos se conocen como “el oro azul”. Hay más de 5.000 genes marinos ya patentados, con aplicaciones en los sectores farmacológico, alimentario, cosmético y energético, según cálculos de hace un lustro.
La leche sin lactosa se produce gracias a un gen de una bacteria que vive en las aguas polares
“Nuestra base de datos es pública y abierta, es un legado a la comunidad científica”, explica Acinas, del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, perteneciente al CSIC. Su grupo ha leído 7,2 billones de pares de bases de ADN —las letras con las que se escribe el manual de instrucciones que son los genes— de microorganismos marinos. “Este volumen de secuenciación es 1.000 veces superior a cualquier estudio previo”, recalca.

Para leer más:
http://elpais.com/elpais/2015/05/21/ciencia/1432229191_804286.html

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