domingo, 8 de febrero de 2015

¿Por qué la contaminación urbana hace daño a la salud?





'Boina' de contaminación sobre la ciudad de Madrid.


Madrid, ya sea en invierno o en verano, salvo cuando soplan fuertes vientos durante días, esta metida bajo una 'boina' amarillenta de contaminación. El amarillo deriva de distintos componentes de azufre.
La capital sufre al ser una ciudad fría en invierno y a consecuencia de una política ya antigua de utilizar el diésel del petróleo. El diésel, un producto de las refinerías de petróleo, se vendía poco. Para ayudar a venderlo, las distintas administraciones le asignaron impuestos bajos, de forma que su precio era, en tiempos, la mitad que el de la gasolina. Aún hoy es más barato que ésta. Por razones de la teoría de la Termodinámica en las que no voy a entrar, los motores diésel son más eficientes que los de gasolina, aunque la mejora en eficiencia no es tanta como para justificar el uso masivo que de ellos se hace en ciudades como Madrid y muchas otras.
El diésel era muy desagradable, pues las normas existentes hasta hace unos 10 años permitían expulsar por los tubos de escape partículas sólidas de tamaños de alrededor de 10 milésimas de milímetro: PM10, o materia en forma de partículas de 10 micras. Esto formaba humo negro que se veía y que al respirarlo solía quedar en los filtros de las narices o en la tráquea sin llegar a los bronquiolos, las minúsculas burbujas de los pulmones en donde realmente se realiza el intercambio de oxígeno con la sangre en el cuerpo humano.
Hace estos 10 años, más o menos, las autoridades se preocuparon de esa contaminación visible que molestaba y ensuciaba las ciudades, y obligaron a las refinerías a filtrar mejor el diésel, eliminando de su combustión las PM10. Pero autorizaron aceites diésel con partículas sólidas de tamaños PM2.5 (materia particulada de 2.5 micras o menos).
Estas partículas sólidas no se queman y salen constantemente por los tubos de escape de cientos de miles de coches, camiones y autobuses. Los humos de los vehículos diésel actuales ya no son negros. Manchan, pero sólo al acumularse en las superficies, por ejemplo, en las carrocerías de los coches. Pasen ustedes un dedo por un vidrio de la luna trasera de un vehículo que lleve 7 días sin lavar: El dedo sale completamente negro.
Esa negrura, que no vemos, la respiramos constantemente en la ciudad. Pensamos que estamos protegidos de la contaminación por no verla, pero la respiramos. Y las partículas son tan pequeñas que atraviesan los filtros corporales y acaban depositándose en los bronquiolos, de donde ya no hay manera de extraerlas.
Yo recuerdo que de joven tenía una capacidad pulmonar del orden de 4 litros. Hoy no debo tener ni la mitad, pues no consigo inspirar a fondo: Si lo intento las toses me parten el pecho. Hoy ya no puedo hacer deporte. No consigo el oxígeno necesario para el esfuerzo necesario para el mismo. Y no parece haber solución, según los médicos consultados.
Moriré, muy probablemente, de enfisema pulmonar sin haber probado jamás un cigarrillo. Por causa de la contaminación aérea.
Ésta no sólo se produce a partir de los vehículos. Madrid tiene, ¡aún!, una enorme cantidad de calderas de calefacción que funcionan con gasóleo. Éste se quema en las calderas, pero las partículas PM2.5 que contiene no se pueden quemar y salen con el CO2 y vapor de agua de la combustión hacia el aire de la ciudad.
Ambos problemas se pueden corregir, no en un año, pero si en 10 años. Es muy posible eliminar los vehículos diésel de la misma manera que se pusieron de moda. Si se rebajan los impuestos de los vehículos de gasolina; si se estimulan los vehículos eléctricos; si se aumentan los impuestos del diésel en las gasolineras y se bajan los de las gasolinas, el diésel quedará eliminado de los vehículos. Si se fuerza a sustituir todas las calderas de Madrid de gasóleo a gas natural, directamente o manipulando los impuestos, desaparecerá el gasóleo de Madrid, y con él, la contaminación.
Londres sufrió durante casi 200 años lo que se llamaba ''sopa de guisantes''. Una niebla persistente y maloliente producida por la condensación del vapor de agua del río en las partículas sólidas que no se quemaban al quemar el carbón en sus calefacciones o chimeneas.
La ''sopa de guisantes" desapareció en cuanto se prohibió la quema de carbón en la ciudad.
Hay ciudades más contaminadas que Madrid, evidentemente. Pero el ser el décimo en fealdad en un concurso no quita ser feo.  Estas ciudades están hoy sobre todo en China, donde además de utilizar gasóleo utilizan carbón como se hacía en Londres y en Madrid.  
Pekín, Shanghai, otras muchas de China, Ciudad de México, que está en una hoya rodeada de montañas, Santiago de Chile, Sao Paulo... podemos establecer 'récords Guinness' de porquería contaminante.
Para leer más:
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elporquedelascosas/2015/02/08/por-que-la-contaminacion-urbana-hace.html

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